Querido 2020:

Supongo que estarás harto de recibir mensajes de despedida.
Cansado de reproches, de que todos deseen que te acabes y que te vayas.

Que te vayas y que no vuelvas.

Por eso te escribo.
Porque me parece injusto tanto desprecio.
Y no quiero que te acabes sin despedirme de ti… y sin darte las gracias.

Gracias por la inesperada felicidad.
Por la ilusión.
Gracias por las risas, las mariposas y los calambritos. Por las chispas.
Gracias por los mensajes bajo las sábanas y las noches en vela.
Por el vino, las estrellas, los peces y los Beatles.
Gracias por los pinos. Por la nieve y el mar. Y por la pista de patinaje.
Gracias por la moto y el viento en la cara.

Gracias por los besos.
¡Por tooooodos los besos!
Por las caricias, la piel, las pupilas, las ganas, las lágrimas y el deseo.

Gracias por darnos la oportunidad de mirarnos de frente.
Y recorrer juntos este camino.
Gracias por los niños.
Cuando están… Y cuando se van.

Gracias por dejarme saber qué se siente
cuando te aman como tú amas.
Y de pronto todo encaja.

Sería absurdo negar que algunas cosas te han sobrado.
Lo de los piojos en Nochebuena no te lo perdono… 😉

Por todo lo demás…
Gracias. Muchas gracias.

Ojalá no te acabaras nunca.

P.D.: Y… gracias por el champagne… y la foto.

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