Si algo tengo que agradecerle al Periodismo es haberme dado la oportunidad de conocer en profundidad a gente tan especial, tan grande, tan maravillosa y tan increíblemente humana como Antonio Mingote. Recuerdo casi palabra por palabra nuestra conversación, pero de ese encuentro guardo, sobre todo, el ambiente mágico de la terraza de su casa, con el Cerro de los Ángeles de fondo y ese atardecer increíble que inundaba la estancia, el respeto y el cariño con los que me trató y esta foto que todavía hoy miro de vez en cuando para recordarme que la vida puede tener mucho sentido…
Descanse en Paz, amigo Mingote. Puede usted marchar con la satisfacción del trabajo bien hecho y la vida bien llevada.
