Este año hemos pasado el Puente del Pilar en el Microcosmos con toda la familia: La Yaya Madrina, el Yeyete-Lete, la TíaA y el TíoP y los primos. Han sido unos días estupendos y llenos –para ellos– de aventuras. La Ingeniera de Cominos, la prima Japy Japo y el Koala ya vuelan libres por las calles de piedra con sus bicicletas; el Niño Pizo hace tiempo que voló y Tercerita no tardará en hacer lo propio, si es que consigo convencerla de que pedaleando hacia atrás no va a llegar muy lejos…

Hemos hecho excursiones a pueblos sumergidos, hemos viajado en el tiempo hasta la Edad Media, hemos jugado con gusanos y castañas podridas y hemos disfrutado de un otoño que en nuestra ciudad se resiste a mostrarse con la majestuosidad de los álamos del norte.

A la vuelta, camino del cole, el lunes hicimos balance. Lo hacemos todos los fines de semana que pasamos juntas, pero sobre todo a la vuelta de las vacaciones o de algún periodo especial como éste. Nos contamos qué es lo que más nos ha gustado y qué ha fallado. Siempre empieza mi Comino Mayor, que suele hacer una relación extensa y detallada de los pros… ¡y sobre todo de los contras! Ella es así, crítica por naturaleza, por mucho que me empeñe en hacerle ver que lo importante es quedarse con las cosas buenas de la vida.

A continuación es el turno de mi Medianita Favorita que, para contrarrestar, suele acabar rápidamente con un “a mí es que me ha gustado mucho todo, mami”. Y tengo que insistir para que concrete algo más. Pero esta vez se quedó pensando. Poco, el tiempo necesario para coger aire, sacarse el pulgar de la boca y afirmar con seriedad:

“Pues a mí lo que más me ha gustado ha sido… ¡DORMIR!”.