De cómo mi comino mayor pasó a ser la Ingeniera de Cominos, gracias a su tía-prima-segunda Isa, que la bautizó así en un comentario de Facebook.

Hace un par de semanas o así íbamos por la calle las tres monas y yo. Volvíamos a casa aceleradas, como siempre, entre otras cosas porque mi monita mayor tenía una urgencia fisiológica de esas que tienen todos los niños en los momentos más inoportunos. Pero como a ella no hay nada que le haga perder las ganas de preguntar, empezó con lo suyo…

Ella: Mamá, ¿qué hay debajo del suelo?
Yo: ¿De qué suelo, hija?
E: Pues del suelo… de este suelo por el que vamos
Y: Ah… pues el metro, cariño… en Madrid, debajo del suelo está el metro
E: ¿Y debajo?
Y: ¿Debajo de qué?
E: Del metro
Y: Pues… Rocas…
E: ¿Y debajo?
Y: ¿Debajo de las rocas? Mmmm… agua
E: ¿Y debajo?
Y: (Desesperada, a punto de decirle «¡y yo qué sé!») Pues debajo del agua hay más roca… roca y tierra… y más agua… así todo el rato
E: ¿Y debajo?
Y: (Con una idea genial, segura de que así se acabaría la conversación) El fondo del mar, hija. Pero el fondo, fondo, fondo… ¡donde no ha llegado nadie!
E: Ah… ¿y debajo?
Y: Pues mira… debajo ya no hay nada… debajo está el centro de la Tierra, que es todo de fuego y no hay nada más que fuego
E: ¿Y quién vive ahí?
Y: Nadie, hija. En el fuego no se puede vivir. ¿Tú podrías vivir en una chimenea?
E: Si está apagada… sí…
Y: (Yo ya cabreada como una mona…) Ya, claro… pero si estuviera encendida no, ¿a que no? Pues el fuego del centro de la Tierra no se apaga nunca. Como mucho sale por los volcanes, pero no se apaga
E: Vale, personas no… ¿pero animales? ¿no hay ningún animal que pueda vivir en el fuego?
Y: No hija, ninguno. Cualquier persona, animal o cosa se quema en el fuego (supongo que en breve me demostrará científicamente que hay determinados organismos que pueden vivir en el centro de la Tierra, claro…)
E: Ah, vale.

(Silencio… por fin…)

E: Mamá…
Y: ¿Qué?
E: ¿Y debajo?
Y: ¿Debajo de qué, hija!??!?!?!?!
E: Del fuego!!!
Y: Ay!!! (Mordiéndome la lengua para no contestarle «¡¡¡pregúntaselo a tu padre que sabe mucho de piedras y túneles!!!!) Pues debajo del fuego empieza otra vez todo igual, pero al revés. Otra vez el fondo del mar, otra vez las rocas, la arena, el agua, el metro y el suelo… pero el suelo de la otra punta del planeta.

(Silencio otra vez… pero yo ya me temo lo peor…)

E: Mamá…
Y: ¿Qué…?
E: ¿Y eso es así sólo para arriba y abajo o también para los lados? Pero no sólo para los lados rectos… quiero decir… ¿también para los lados que van un poquito para arriba y un poquito más para abajo y más para abajo hasta que llegan a los lados rectos?
Y: (Ahora ya flipada… sin más… con esa estúpida sensación de que no estoy a la altura de mi hija de cinco años…) En todas las direcciones, cariño… pasa en todas las direcciones.
E: Claro… porque la Tierra es redonda y nosotros vivimos por fuera, ¿verdad, mamá?
Y: Sí, hija… verdad verdadera.

Por fin llegamos a casa. La niña hace lo que tiene que hacer y se queda tan a gusto y yo… venga a darle vueltas al tema… que si tengo que prestarle más atención cuando me pregunta, que no le vale cualquier cosa, que cuántas cosas le estaré explicando mal…

Y hace unos días, varios después de esta conversación, se acerca y me dice:
E: Mamá, ¿Sabes qué? Creo que me has gastado una pequeña «bromita» con lo del suelo
Y: ¿Con qué del suelo?
E: Con lo que me contaste de lo que había debajo del suelo
Y: (Temblando) Ah, ¿sí? Por qué?
E: Porque el otro día íbamos con papá por la calle y había unas obras y estaba el suelo levantado y ¿sabes qué? Debajo no está el metro… primero hay arena… Así que es: suelo-arena-metro-rocas-agua-piedras y arena-fondo del mar- fuego y otra vez lo mismo pero al revés hasta salir por el otro lado del planeta.
Pero no te preocupes, que sé que me estabas gastando una bromita…

Y se dio media vuelta y se fue.
Y así me dejó…