Siete años.
S-I-E-T-E.
Siete años desde que naciste y siete y un poquito desde que encendiste el interruptor de mi luz interior precisamente desde ahí… Desde dentro. Desde mis entrañas.
Cuántas cosas han sucedido en este tiempo…
Cuántos pasos hemos dado…
Qué largo ha sido el camino…
Y qué increíbles son las vistas desde aquí.
Ahora que hemos llegado.
Te lo prometí cuando tenías dos. ¿Te acuerdas? No pude cumplirlo del todo… Y los siguientes eneros siguieron siendo fríos…
Cada vez menos, es verdad. Pero fríos.
Y sin embargo…
Hace unos días me encontré a mí misma descubriendo que esa tristeza que me arrastraba después de cada Navidad… Esa pesadez de pies… Esa sombra que intentaba atraerme hacia atrás tratando de evitar que llegara el día –tu día– ya no estaban…
Me descubrí preparando con ilusión tu desayuno sorpresa. Tu fiesta. Canturreando a todas horas «feliz, feliz en tu día».
Feliz en mi día.
Nuestro día.
Porque aunque hoy –siete años después– esté lista para verte soplar la vela sin el más mínimo atisbo de sombra… sin el recuerdo de aquella tarde fría esperando mi turno para besarte… sin todo ese dolor… No quiero dejar de recordarte que este siempre será nuestro día.
Que sin ti, no hubiera podido.
Que mi bebé se hace mayor.
Y yo sigo creciendo.
Aunque te siga debiendo un año.
El primero.
Que pusiste el contador de mi vida a cero.
Me hiciste reiniciar.
Empezar de nuevo.
Y que, viva lo que viva, nunca será tiempo suficiente para darte las gracias.
Por existir.
Por hacerme existir.
❤️❤️ ❤️ ❤️ ❤️ ❤️ ❤️
📸 Gema Navarro (@gemanavarrom)