Siete años.
S-I-E-T-E.
Siete años desde que naciste y siete y un poquito desde que encendiste el interruptor de mi luz interior precisamente desde ahí… Desde dentro. Desde mis entrañas.
Siete años.
S-I-E-T-E.
Siete años desde que naciste y siete y un poquito desde que encendiste el interruptor de mi luz interior precisamente desde ahí… Desde dentro. Desde mis entrañas.
Todas las mañanas, cuando llegamos al colegio, la Ingeniera de Cominos me da un beso acelerado en la puerta y se va corriendo al rincón del patio donde queda con sus amigas.
*Nota aclaratoria: Escrito en femenino por pura comodidad.
Úsese también en sentido contrario si fuera (o fuese) necesario
En ocasiones acabamos atrapadas en relaciones imposibles porque nos erigimos en salvadoras del otro. En sanadoras, cuidadoras perpetuas, hombros siempre dispuestos a consolar llantos ajenos.
Atendemos y tenemos en consideración traumas de la infancia, problemas antiguos y recientes, conflictos con madres, padres, exparejas y otras faunas, ansiedades y angustias varias, miserias de todo tipo. Por comprender, comprendemos hasta lo incomprensible. Entendemos lo que, desde fuera, nos extrañaría que alguien fuera capaz de entender. Abanderamos causas que ni siquiera sus responsables atienden.
Estas vacaciones he aprovechado para contratar un nuevo seguro para mi coche. Mejor precio, mejores condiciones… esas cosillas. Lo he contratado con una empresa que tiene una política específica para mujeres conductoras cuyas ventajas se engloban bajo el nombre de un personaje griego femenino, esposa del protagonista de una afamada obra y símbolo universal de la fidelidad conyugal y la castidad.
«Empezamos bien», pensé.
La vida te trae, te lleva, te da, te quita… a veces te sacude, otras te eleva y te hace volar; en ocasiones marea hasta hacerte desear a gritos que pare todo… que tú te bajas… pero en medio de toda esa locura LA VIDA, con mayúsculas, siempre te ofrece un lugar seguro al que volver. No importa dónde, Amiga… nos seguiremos encontrando.