SOY la mujer de mi (propia) vida
*Nota aclaratoria: Escrito en femenino por pura comodidad.
Úsese también en sentido contrario si fuera (o fuese) necesario
En ocasiones acabamos atrapadas en relaciones imposibles porque nos erigimos en salvadoras del otro. En sanadoras, cuidadoras perpetuas, hombros siempre dispuestos a consolar llantos ajenos.
Atendemos y tenemos en consideración traumas de la infancia, problemas antiguos y recientes, conflictos con madres, padres, exparejas y otras faunas, ansiedades y angustias varias, miserias de todo tipo. Por comprender, comprendemos hasta lo incomprensible. Entendemos lo que, desde fuera, nos extrañaría que alguien fuera capaz de entender. Abanderamos causas que ni siquiera sus responsables atienden.
Acompañamos hasta alejarnos de nuestro camino y emprender el contrario, nos perdemos intentando seguir un Norte que no existe, escuchamos tanto que dejamos de oírnos a nosotras mismas y nos convencemos de tal forma de que todo el esfuerzo compensa que acabamos convirtiendo las migajas en pepitas de oro.
Pepitas de oro falso.
Y todo por amor. Porque sin nosotras no pueden superar su trauma, el mismo que tantas hemos superado con trabajo y esfuerzo. Porque con nosotras es más fácil levantarse, sobre todo si los arrastramos cada mañana. Porque están pasando un mal momento de esos que duran años. Porque nos necesitan para sobrellevar una vida que no quieren sobrellevar. Porque si aguantas -tan solo- un poquito más, al final de SU camino estará TU recompensa, porque en cuanto ELLOS sean felices, NOSOTRAS seremos felices.
Como la zanahoria que tira del burro. Igual.
Te necesita, te dice. Porque si TÚ no pones todo de tu parte, ÉL no lo conseguirá. No alcanzará la meta. No arreglará lo que sea que tenga que arreglar. Y no lo hará Él porque TÚ no has sido lo suficiente que sea que tenías que ser. Lo suficientemente paciente. Lo suficientemente entregada, comprensiva, cariñosa. Da igual. Da igual que él no quiera tomar las riendas, que no esté dispuesto a ponerse al mando de un tren que descarrila. Eso no importa. La cuestión eres TÚ. Tú, que ahora resulta que no sabes conducir a dos manos.
Pues me vais a perdonar, pero yo no espero a la próxima para bajarme. Yo me tiro en marcha, que esto se estrella.
Porque no quiero dejar en tus manos mi felicidad.
Que es mi felicidad y me la llevo, como el Scattergories.
Porque mientras acompañamos, comprendemos, escuchamos y nos convencemos se nos pasa nuestra propia vida sin recibir nada a cambio. Nada bueno, me refiero. Desprecios y desilusiones, eso sí. Sueños hechos añicos. Mentiras. Promesas vacías. Amor falso e interesado, amor del malo. Y cada vez que el otro cae tienes que volver a empezar. Sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar las 20.000 pesetas, como cuando la liabas en el Monopoly.
Porque sí, eres la mujer de su vida. Pero es que su vida es una mierda y tú no vas a salvarlo. Entre otras cosas porque él no quiere salvarse. Solo quiere que sigas ahí porque en algo tiene razón: no hay otra como tú. No hay otra tan idiota que comprenda todo lo que ya has comprendido.
Nadie como tú comprando todo ese humo.
Así que venga, nena, levanta. Que te has enganchado a la peli cutre de mediodía y ahora que parece que acaba quieres ver el final, pero ya te lo cuento yo: termina como siempre. Como terminaron todas las anteriores. Como la de ayer y la del mes pasado. Como acabará la de pasado mañana.
Porque si los personajes, el argumento y los escenarios son los mismos… ¿Qué te hace pensar que el desenlace será distinto?
Sé tú la protagonista de la película. Brilla. Que tenemos 20 minutos de fama y llevas 15 fuera de plano.
Vive tu vida. Busca tu felicidad. Sigue tu camino. Compréndete. Sé benevolente con tus errores y anímate a ser mejor cada día, pero sin exigencias, con calma, que no hay prisa. Cuídate como has demostrado que sabes cuidar a los demás y escucha a tu cuerpo. Escúchate.
Agradece lo bueno que recibas, pero asegúrate de que es bueno de verdad. Es fácil distinguirlo: es exactamente lo mismo que tú das.
Ponte en marcha y el que quiera, que se suba.
Que tú conduces.
Esa es mi amiga!!!!
Mi eterna compañera de piso!!!
Te tomo la palabra: QUIERO SER LA MUJER DE MI PROPIA VIDA!!!!💖
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¡Pues adelante! Es un camino largo y a veces duro, pero… ¡las vistas desde la cima merecen la pena!
Y si en algún momento no sabes cómo hacerlo, acuérdate de esto: «¡Quiérete como yo te quiero a ti!»
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Nada de llevar mochilas de los demás, quererse, cuidarse y mimarte!!! Ole tú
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Muchas gracias por describir tan bien !! Me encanta la frase: …. es exactamente lo que tú das.
Un abrazo
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¡Gracias a ti por comentar! Esa es una de las claves del éxito personal: dar sin perderte a ti misma, con tus límites, y no para recibir lo mismo, pero sí para saber que, si tú puedes hacerlo, si tú puedes cuidar y entregar, los demás también. Porque tú también te lo mereces. 😊😘
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Y cuanta razón tienes amiga! Hay que cuidarse a una misma como hemos cuidado a los demás!con eso sería suficiente.
Me ha gustado mucho el post.
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¡Me alegro mucho! Amor propio. Siempre. 😍
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Esto de ser rescatador de almas ajenas es lo que tiene, te das unas ostias como panes. Y no te dan, te das.
y a veces corremos hacia finales que ya sabemos de antemanos, de muchas manos antes, putos suicidas emocionales. C’est la vie!
Pero la felicidad la llevamos nosotros, y nos la llevamos con nosotros.
Espectacular, fresco y directo el tecto. Love it!
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No sabes cómo agradezco una voz masculina por aquí… Y más cuando expresa tanta comprensión. 😊
Una de las cosas que más me ha costado ver, asumir, digerir e incorporar a mi vida es ese cambio de perspectiva que explicas solo con unas pocas palabras: «y no te dan. Te das» (las hostias como panes, aunque suene más contundente sin hache. 😉)
Gracias infinitas. 😘
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