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No quiero ser la mujer de tu vida (de mierda)

SOY la mujer de mi (propia) vida

*Nota aclaratoria: Escrito en femenino por pura comodidad.
Úsese también en sentido contrario si fuera (o fuese) necesario

En ocasiones acabamos atrapadas en relaciones imposibles porque nos erigimos en salvadoras del otro. En sanadoras, cuidadoras perpetuas, hombros siempre dispuestos a consolar llantos ajenos.

Atendemos y tenemos en consideración traumas de la infancia, problemas antiguos y recientes, conflictos con madres, padres, exparejas y otras faunas, ansiedades y angustias varias, miserias de todo tipo. Por comprender, comprendemos hasta lo incomprensible. Entendemos lo que, desde fuera, nos extrañaría que alguien fuera capaz de entender. Abanderamos causas que ni siquiera sus responsables atienden.

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Nada de harakiris

Para ti, mi otra hermanica. La rubia.
Por nosotras, las reinas del harakiri.

 

Sí, es cierto: podía haberlo hecho todo mucho mejor. Lo reconozco.

Lo hice fatal.

Todo.
En general.

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Papá

Recuerdo la primera vez que lo vi llorar. Se había muerto un amigo, ahora entiendo que demasiado joven, aunque entonces a mí me parecía que ya habían vivido lo suficiente. No sé cuántos años tendría yo, pero pocos. Estábamos en la cocina de nuestra primera casa y él lloraba desconsoladamente. Decía que era injusto y temblaba, apoyado sobre la encimera. Me asusté. Me asusté porque en mi mundo los papás no lloraban. Nunca había visto a uno llorar… y menos al mío.

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19 de octubre

Siempre me han dado un poco de repelús los “Días Mundiales de”. De lo que sea, me da igual. El de la Mujer Trabajadora, el Del Niño, la Niña, el Del Abuelo, el Del Espíritu Santo… No me gustan. No sé muy bien por qué, pero ni me mueven ni me conmueven. Es más, en mi caso son contraproducentes. Me enfurruño cuando empiezo a recibir lacitos rosas, o verdes, o azules, o negros… y mensajes absurdos que dicen que nosotras podemos con todo…

¡Con todo! ¡Nada más y nada menos!

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La diferencia entre el ‘crack’ y el chusquero

 

Hay veces que es mejor dejar hablar a los demás.

Llevo un tiempo queriendo escribir sobre lo determinante que es la actitud en la vida, lo bien que me va a mí personalmente desde que «me encontré el ombligo», como dicen mis dos nenicas; desde que aprendí lo importante que era cuidarme a mí misma para poder cuidar mejor de los demás, desde que descubrí el valor de todo lo que me rodea, la enorme diferencia que hay entre un drama y una «circunstancia adversa que afrontar»….

Pero es que este tipo lo explica mucho mejor que yo, así que os dejo con él… ¡Aunque no prometo no retomar el tema!

¡Y punto pelota!

PD: Thanks again, Bro… por todas las cosas que enrique-zen mi vida 😉

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¡Feliz Cumpleaños a mí!

Mi Ingeniera de Cominos me dijo hace unos días, de buena mañana, que no se creía que todavía no fuera cuarentona. Yo me hice la súper indignada y le dije: «vale, saca papel y lápiz, que vas a restar: 2017 menos 1978». La idea le debió parecer aterradora porque acabó cediendo. «¡Vale, vale! ¡¡Te dejo que seas treintaynueveona!!»

El tema no es nuevo… Hace ya tres años, cuando ella no tenía todavía 5 y yo me encontraba en la flor de la treintena, me regaló esta bonita reflexión mientras le hacía trenzas frente al espejo:

– Mamá, ¿tú sabes lo que te va a pasar?
– No sé… ¿qué me va a pasar?
– Pues que te vas a hacer una viejecita así «¡arrugada, arrugada, arrugada!» (mientras encogía los codos y los deditos como si estuviera contando monedas)
– ¡Hombreeeeee! ¡Jolín, qué cosas me dices, hija! ¿y a ti? ¿qué te va a pasar a ti?
– Pues que me haré mayor como tú eres ahora
– Claro… y tendrás tus bebés y serás mamá como yo… ¡pero para eso queda muuuuuuucho tiempo!
– Sí… pero para lo tuyo queda menos.

¡Feliz cumpleaños a mí!

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…Y coincidir

Cuando era pequeña (y repelente, lo sé), me afectaba mucho todo lo que me decían. Después también… aunque de eso me di cuenta mucho más tarde. Cuando me sentía mal, solía hacerme un ovillo en la moqueta de nuestra primera casa, cerraba los ojos y me imaginaba a mí misma ahí sentada, sola, vista desde un cohete que subía y subía… y que se iba alejando al tiempo que yo me hacía cada vez más y más pequeñita… hasta que ya no se me veía… hasta que desaparecían mi casa, los tejados, mi ciudad, mi país, los otros países, los continentes, mi planeta, los otros planetas… y sólo se veían estrellas y cielo negro. Sigue leyendo

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¡Tómate otra!

Dos años tomando decisiones y, sobre todo y por encima de todo, siendo INMENSAMENTE FELIZ. Realmente pienso y siento que no puedo pedirle más a la vida (bueno… venga… el euromillones…) y eso hace que todo, absolutamente todo, se vea de otro color. Sigue leyendo